El
objeto del BLOG es apoyar e incentivar a aprendices, en el apasionante ARTE de
ESCRIBIR, aplicando técnicas de PNL y del Coaching. Además, de difundir
información acerca de la escritura creativa, mostrar nuestros escritos (cuentos,
poemas, metáforas...),entre otros puntos afines.
Tenía la cara arrugadita por el sol, marroncita, con una sonrisa de oreja a oreja en la cual relucían los dientes. No, no metía miedo, por lo menos a mí… A pesar de su naturaleza, se veía limpio. La barba gris bien recortada, el cabello gris bien peinado hacia atrás, como los viejitos de antes. Nos miró largo, mientras los cinco comíamos una sabrosa barquilla de helado. Habló: ─Hermosa familia. ¡Familia unida permanece siempre unida!. ¿Lo ha oído, el refrán?─ dijo humildemente. Así es…, respondió mi esposo un poco nervioso… Y él, esbozó una enorme sonrisa en su rostro marrón chocolate.
Le sonreímos. ─Saben, me quedé sin familia, sin mujer y sin hijos. No tengo a nadie. Ando solo. Fui zapatero y albañil─. ¿Por qué no siguió? comenté. ─Me robaron mi cajita. Era muy desordenado. La robaron, junto con la remachadora que compró mamá en las Flores de Catia. Bueno esa, el compadre, ¡que en paz descanse!, la vendió por unos reales. Pero no me dió naitica…─. ¿Y si trabaja ayudando a algún zapatero?. ─Quien va a querer a este viejo de 70 años? Primero tengo que afeitarme─. Y se le fueron tímidos los ojos hacia arriba… Pero si está arregladito, su barba, su cabello.─Gracias, mi niña─. Se le volvió a encender el rostro, sonriendo. Me provocó quedarme, oírle sus historias. Sentarme y preguntarle la vida… Una señora le dió un perro caliente. ─Tome, ¡Feliz Navidad!.─. De nuevo sonrió y sus enormes dientes eran estrellas iluminando su tez. ─Esta navidad fue triste. No tuve ni una hallaca. ¡Ay como me gustan!─. ¿Quiere una?. Mañana se la dejo aquí, le dije. ─Si señorita, gracias─. ¿Y cuál es su nombre?. ─Me llamo Nicolás. Siempre ando por ahí. La gente me conoce, no me teme─. Nicolás, como San Nicolás..., murmuré. Y esta vez rió a carcajadas.
Dibujo de S.F. Pino (7 años)
San NicolásTenía la cara arrugadita por el sol, marroncita, con una sonrisa de oreja a oreja en la cual relucían los dientes. No, no metía miedo, por lo menos a mí… A pesar de su naturaleza, se veía limpio. La barba gris bien recortada, el cabello gris bien peinado hacia atrás, como los viejitos de antes. Nos miró largo, mientras los cinco comíamos una sabrosa barquilla de helado. Habló: ─Hermosa familia. ¡Familia unida permanece siempre unida!. ¿Lo ha oído, el refrán?─ dijo humildemente. Así es…, respondió mi esposo un poco nervioso… Y él, esbozó una enorme sonrisa en su rostro marrón chocolate.
Le sonreímos. ─Saben, me quedé sin familia, sin mujer y sin hijos. No tengo a nadie. Ando solo. Fui zapatero y albañil─. ¿Por qué no siguió? comenté. ─Me robaron mi cajita. Era muy desordenado. La robaron, junto con la remachadora que compró mamá en las Flores de Catia. Bueno esa, el compadre, ¡que en paz descanse!, la vendió por unos reales. Pero no me dió naitica…─. ¿Y si trabaja ayudando a algún zapatero?. ─Quien va a querer a este viejo de 70 años? Primero tengo que afeitarme─. Y se le fueron tímidos los ojos hacia arriba… Pero si está arregladito, su barba, su cabello.─Gracias, mi niña─. Se le volvió a encender el rostro, sonriendo. Me provocó quedarme, oírle sus historias. Sentarme y preguntarle la vida… Una señora le dió un perro caliente. ─Tome, ¡Feliz Navidad!.─. De nuevo sonrió y sus enormes dientes eran estrellas iluminando su tez. ─Esta navidad fue triste. No tuve ni una hallaca. ¡Ay como me gustan!─. ¿Quiere una?. Mañana se la dejo aquí, le dije. ─Si señorita, gracias─. ¿Y cuál es su nombre?. ─Me llamo Nicolás. Siempre ando por ahí. La gente me conoce, no me teme─. Nicolás, como San Nicolás..., murmuré. Y esta vez rió a carcajadas.
Luego, mi hijo Francisco de 7 nos dice: Mamá ¿Y quién es?... El es un vagamundo, pobre y huérfano ¿verdad?. Vagabundo, hijo… aunque el vagamundo no está mal, tal vez es el origen de la palabra. Pero ¿saben quién es él en realidad? Es San Nicolás de Copa Crema…
Y al unísono los tres: ─Mamá, pero míralo… ni siquiera puede traer regalos a los niños.─…
No hijos, es que él no trae regalos. ¡Él regala sonrisas!.
No hijos, es que él no trae regalos. ¡Él regala sonrisas!.
© Mariana Nuñez V. (enviado a echatucuento/Ultimas Noticias, Enero 2015)
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